¿Qué hace un programador realmente?

En un mundo donde todos somos usuarios asiduos de software, frecuentemente me preguntan qué hace un programador.

Cuando alguien dice “soy programador”, todavía (creo que) mucha gente se imagina a un hacker con anteojos frente a tres monitores, escribiendo código sin parar, a lo Matrix. Pero la realidad es bastante distinta y mucho más humana.

Resolver problemas, no solo escribir código

El corazón del trabajo de un programador no es escribir código por escribir. El objetivo principal es resolver problemas:

¿Cómo hacer que una tienda online calcule el total del carrito con envío? ¿Que una app te diga si va a llover hoy? ¿O cómo lograr que un comercio pueda tomar pedidos por WhatsApp? El programador entiende el problema y encuentra una solución.

A veces esa solución es escribir una función. A veces es elegir la herramienta adecuada. Y muchas veces, es simplemente hacer las preguntas correctas para entender bien lo que hay que hacer.

Así, mucho del tiempo de un programador no se pasa escribiendo código, sino pensando, probando ideas, buscando errores, leyendo documentación (o pidiéndole a la IA que lea por uno), o incluso charlando con otras personas de un equipo.

Hay días en los que escribís mil líneas de código, otros tan solo 10 líneas de código pero te vas a dormir sintiéndote un crack. Y otros en los que estuviste 4 horas tratando de entender por qué no te toma una comilla mal cerrada. Es parte del proceso.

Cosas que hacen programadores, usás todos los días y (quizás) no te habías dado cuenta

La mayoría de la gente asocia la programación con «hacer apps» o «trabajar en tecnología», pero lo cierto es que muchas cosas cotidianas están hechas en parte por programadores.

Cuando pedís un delivery por una app, alguien programó el sistema que calcula la distancia, organiza los pedidos y cobra con tarjeta.

Cuando sacás un turno médico online, hay código detrás que gestiona los horarios y te manda el recordatorio.

Saliendo de los ejemplos obvios como apps y sitios web, cosas más simples, como el cartel de “turno actual” en una panadería, un semáforo o una máquina expendedora que acepta QR, tienen programación por detrás.

No hace falta que tenga una pantalla táctil HD para contener el trabajo de un programador. Muchas veces, el código está encerrado en un pequeño chip integrado en el interior del aparato.

Todos los dispositivos digitales, aunque no tengan apps, como una impresora o un reloj (no hablo de smart watches, sino de los viejos relojes digitales), están gobernados por código escrito por un programador.

Una pava con display y selector de temperatura, una cafetera de espresso, una lámpara con selector de modo o color. La tecnología está tan integrada a la vida diaria que mucho del trabajo de los programadores se vuelve invisible, pero sigue estando ahí, funcionando.

Y, quizás, también es parte, ya que seguramente si alguien se está acordando de nosotros, es porque algo se rompió.

El arreglatodo

A veces, los programadores tienen que hacer de arreglatodo. Además de escribir código, necesitan entender un poco de infraestructura, redes, bases de datos y servidores.

Como en un equipo de fútbol, el programador tiene que conocer no solo cómo hacer que el juego funcione, sino también cómo asegurarse de que el sistema esté bien montado, que los datos viajen de forma segura y que todo corra sin problemas. Si el servidor se cae o si la base de datos no responde, no basta con escribir más líneas de código, hay que saber qué hacer para arreglarlo rápidamente y mantener todo funcionando. Es como un handyman tecnológico que, además de solucionar problemas de programación, un buen programador tiene que ser un mini-experto en varias otras áreas.

No hay que saberse todo

Este es uno de los grandes mitos: “Para programar hay que saberse todo de memoria.” Nada más lejos.
La mayoría de los programadores usan Google, ChatGPT, Stack Overflow y documentación técnica todos los días.
Lo importante no es sabértelo de memoria, sino saber buscar, entender lo que encontrás, y aplicar eso al problema que tenés.

Es un oficio, no un don mágico

No hace falta ser un genio, ni tener 10 años de matemáticas encima. Programar es un oficio que se aprende con práctica, se mejora con experiencia, y cada uno le encuentra su estilo.
Lo más lindo es que, una vez que entendés la lógica básica, podés construir lo que quieras.

Y para mi, ese es el encanto: Es una forma de creatividad.

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